No podía dormir,
me asomé a la ventana,
estaba la noche friolenta
tejiendo estrellas de lana.
Estaban todas prolijitas
en punto santaclara,
la luna ovillo le prestaba
sus hebras color de plata,
y el viento atrevido
en las sombras las enredaba.
El sueño cerraba mis ojos,
me despedí en la ventana
y me quedé pronto dormida
contando estrellas de lana.
Vilma Novick Freyre