Púas era un erizo pequeñito de color marrón, tenía un hocico negro y unas patitas gordas. Siempre se metía en líos por culpa de sus púas pinchosas.
Cierto día, se encontraba, Doña Gata, tejiendo una manta para su bebé gatito y Púas se acercó a curiosear.
La gata había comprado, en la tienda, una gran canasta de madejas de colores y quería terminar esa manta antes de que pase el invierno.
Doña gata le decía a su gatito:
Púas se había escondido detrás del sillón, y los colores de las madejas llamaron su atención. Al inclinar la cabeza para verlas mejor, cayó dentro de ellas. ¡Qué desastre! Púas se había enganchado entre los hilos y había enredado todo con sus púas.
Púas se sintió muy avergonzado y pidió disculpas a Doña Gata, pero el hilo estaba destrozado y ya no servía para hacer la manta.
Al llegar a su casa, Púas le contó a su mamá lo que había ocurrido en casa de Doña Gata. Estaba tan apenado que le pidió ayuda a su mamá para que le enseñe a hacer una manta.
Su madre, sorprendida por el gesto noble de su hijo, le respondió:
Luego de terminar la manta para Doña Gata, Púas salió a jugar al bosque. De repente vio la madriguera de un conejo y quiso entrar en ella para curiosear. La Doña Coneja acababa de tener crías, estaban todas allí dentro, muy juntitas, todavía eran demasiado pequeñas para salir.
Púas consiguió meterse en la madriguera, pero no podía ver nada. ¡Estaba todo muy oscuro! El erizo iba de un lado para otro, sin darse cuenta que según se movía, iba pinchando a las crías.
Púas estaba realmente triste. Él no quería hacer daño con sus púas, pero siempre le salía todo al revés. Y los animalitos del bosque siempre se enojaban.
De regreso a su casa, a Púas se le ocurrió una gran idea para compensar a todos los animalitos a los que había hecho enojar, y, de paso, darle utilidad a esas púas pinchudas:
Al día siguiente, Púas, se colocó su mascarillas para el polvo y se dirigió a la casa de Doña Gata, luego a la de Doña Coneja y así fue limpiando la casa de todos los animalitos del lugar.
Todo los animalitos estaban contentos de que Púas hiciera algo que le gustara y no molestara a los demás.
Así fue como Púas se convirtió en un gran limpiador de alfombras y todos estuvieron muy orgullosos de él.
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Cuentos para niños de 3 a 5 años
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Hola, estoy realizando unas actividades con cuentos para mejorar el autoestima y me gustaría saber el nombre del autor del cuento.
Un saludo.