Cada vez que llega marzo
yo no entiendo lo que pasa:
se cubren todos de sol
los árboles de la plaza.
Al viento que es muy travieso
le dan ganas de jugar.
Con las hojas amarillas
corre de aquí para allá-
Juegan a la rueda – rueda
y también a la escondida,
pero al llegar la noche
se quedan todas dormidas.
Las hojas en las veredas
son una alfombra dorada
Los árboles ya desnudos
no se quejan para nada.
Me gusta cuando en otoño
salimos a caminar
pisando las hojas secas
que no dejan de chillar.