Detrás de la llama
viene el indiecito:
envuelto en su manta,
soplando la quena,
bajando del cerro
por un caminito.
El agua del río
trae otro indiecito:
rema que te rema
sobre su canoa,
vuelve de la pesca
con un bagrecito.
Con flechas y arco
llega otro indiecito:
la melena al viento,
sin cinta ni pluma,
al galope largo
de su caballito.
Y se va acercando
el alfarerito:
la cara morena
como sus cacharros
y al cuello collares
de caracolitos.
Y brilla la hoguera,
y los indiecitos
asan su pescado,
escuchan la quena
y beben el agua
de su cacharrito.