Una caja, infinitas posibilidades

Las cajas son un gran aliado a la hora de poner a prueba nuestra imaginación.

¿Por qué a los nenes les gusta tanto jugar con cajas?

Porque, de un momento a otro, una caja puede ser un refugio anti villanos o un avión que nos lleve a conocer otras culturas.

Puede ser un barco pirata o cuna de los bebotes y cochecitos para llevarlos a pasear.

Puede ser la cocina o el microondas de un restaurante o ser camilla de un hospital o pupitre de una escuela.

Puede ser carpa, montaña, nave espacial, lancha, cueva o edificio.

Puede ser un traje con poderes mágicos o un tren que lleva a sus pasajeros a recorrer ciudades.

Puede ser un castillo custodiado por un dragón o el aro en un partido de Básquet.

Puede ser un túnel o un teatro de títeres.

La caja es un elemento de juego multifuncional, dispuesto a adaptarse a las diferentes propuestas que se nos ocurran.

Jugar con cajas desarrolla las destrezas motoras, la creatividad y el pensamiento crítico.

La caja es un recurso que se puede transformar antes y durante el juego.

Los más pequeños pueden usarla para guardar y sacar objetos, esconderse en ella, apilarlas, construir y derribar, embocar dentro, seriar por tamaño, aprender nociones básicas sobre longitudes y volúmenes probando objetos que entren y otros que no.

Los más grandes las pueden intervenir, pintar, decorar, crear y reutilizar.

Es juego simbólico puro: adoptar un material para convertirlo en otro de acuerdo a sus propios deseos y necesidades y, así, ir descubriendo sus infinitas posibilidades.

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