Como muchas mamás, me encanta hablar de mis hijos, contar mis experiencias con ellos y enumerar sus logros y ocurrencias y, aunque hay hechos que ya viví por tercera vez, cada situación es única y me sorprendo y emociono como una primeriza.
Soy mamá de 3 y cada día es un desafío. La mayor parte del tiempo estoy aprendiendo sobre la marcha, y tropiezo y vuelvo al ruedo. Me frustro, me enojo conmigo, busco ayuda y encuentro en ellos las respuestas.
Ser mamá de niños de diferentes edades y personalidades que van cambiando y definiéndose día a día es una tarea agotadora pero estimulante a la vez.
Son pocos los momentos de calma y muchos menos los espacios de silencio. Ellos son ruido constante: muy temprano a la mañana suena mi bebé-despertador tocándome la cara con una sonrisita pícara, y a partir de ese momento la casa se convierte en un concierto donde las voces, las risas y algunos gritos protagonizan las escenas.
Me gusta generar rutinas y sentir por un ratito que tengo el control de lo que van a hacer, pero lo cierto es que ellos van moldeando mis días y yo aprendo a dejarme llevar.
Mis hijos se van descubriendo todo el tiempo y cuando creo saber lo que les gusta ¡zas! Ya cambiaron sus gustos de nuevo, y eso aplica con la ropa, la comida, los personajes de las series o sus juegos preferidos.
En estos 8 años fui mutando yo también y doy fe de lo que alguna vez leí: «con cada niño/a nace una mamá distinta». No importa cuantos hijos/as tengas, como mamás tenemos la capacidad de adaptarnos a las necesidades de cada uno/a. Claro que eso implica un esfuerzo mayor, el de conectar, escuchar y estar atentas a los cambios que van surgiendo.
A veces resulta difícil seguirles el ritmo, son pura energía, creativos y ocurrentes, cualquier momento y lugar son perfectos para hacer un gran despliegue lúdico. Y entre tres, esos momentos se potencian.
Escribir es mi cable a tierra, y el intercambio de experiencias con otras mamás me da nuevas y mejores herramientas para ir sobrellevando la crianza.
Y aunque a veces quisiera congelarlo, el tiempo no se detiene. Ellos van a gran velocidad rumbo a aventuras en tierras desconocidas y yo ya estoy arriba de ese viaje.