Los límites como un acto de amor y cuidado

Cuando hablamos de empatía nos referimos a esa habilidad de poder entender por lo que el otro está pasando o lo que siente, pero no siempre coincide con eso que nosotros haríamos.

Hace poco escuché a una actriz a la que le preguntaban qué sentía al interpretar el personaje de una pastora manipuladora y corrupta, a lo que respondió que ella no lo juzgaba, sino que intentaba comprender su manera de pensar y actuar. Decía que no se identificaba desde lo personal, pero sí podía ponerse en su lugar y entender por qué hace lo que hace.

Eso me llevó a pensar mis vínculos y reflexionar acerca de lo fácil que es dar nuestra opinión sobre las acciones de los demás desde nuestra propia perspectiva; y, en contraposición, lo que nos cuesta entender un poco más al otro, aún si nosotros elegimos actuar de otra manera.

En lo que respecta a la maternidad me pasó muchas veces tener que enfrentar situaciones de disgusto o enfado de parte de mis hijos al intentar poner límites.

En general, me cuesta mucho ponerles límites a otros, me incomoda y angustia estar en ese lugar. Pero por sobre todas las cosas me genera culpa.

Hay límites que son más fáciles de poner y su explicación tiene un fundamento consistente, como cuando intentamos impedir que nuestros hijos se lastimen o lastimen a otros.

Podemos entender que lloren porque los corremos de la estufa o los enchufes, pero de todas formas no vamos a permitirles que se expongan al peligro.

Poner límites es ofrecer amor y cuidado, es demostrarles que nos importan, que los estamos cuidando y que estamos atentos a su seguridad y bienestar.

Hace un tiempo que venimos conversando con mi hijo de 2 años y 9 meses sobre el cansancio que me genera seguir amamantando.

Comenzamos la etapa de destete hace 5 meses y no está siendo nada fácil.

Me conecto con su llanto y sus enojos, y esos límites van quedando desdibujados.

Ahí comienza a asomar la culpa y me pregunto si estaré haciendo lo correcto.

A veces nos cuesta empatizar y a veces exageramos con nuestra comprensión empática, lo que tampoco es bueno.

Encontrar el equilibrio es poder poner límites de manera amorosa y accionar desde un lugar de respeto hacia nosotros y hacia el otro.

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