Cuento: Jirafa y Leoncito

Jirafa se acercó a beber en un río. Miró alrededor por si se encontraba con algún animal que la quiera dañar; tenía que tener cuidado, ya que muchas veces lo leones las atacaban cuando estaban bebiendo.

Abrió sus patitas delanteras para poder bajar su largo cuello y se acercó al agua. En el reflejo del río vio una sombra y se asustó. Giró su cuello y vio que se trataba del pequeño Leoncito.

Al ver que Jirafa lo miraba, Leoncito, giró su cabeza y agachó las orejas.

Jirafa caminó tranquila hacia él y le acercó su patita, Leoncito la acarició y ambos perdieron el miedo.

  • ¿Cómo es que estás tan lejos de tu casa? ¿Y tu familia? –preguntó Jirafa, preocupada.
  • Es que… ¡me perdí! Por salir corriendo detrás de un ciervo. Sólo quería jugar y comencé a correr y…
  • ¿Y qué ocurrió después? –interrumpió Jirafa.

El ciervo se asustó y yo me quedé en este lugar. Tenía miedo, pero soy un león valiente y no quería llorar. ¡Estoy tan cansado! – dijo Leoncito con tristeza.

  • No te preocupes, vayamos a aquel árbol a descansar –lo consoló Jirafa.

Leoncito se acomodó entre las patas de la jirafa y se quedó dormido junto a ella. Juntitos muy juntitos para darse calor.

Pasaron varios días, Jirafa cuidaba de él, lo alimentaba y le daba cariño como si fuera su mamá. Un día le explicó que dentro de un tiempo tendría que volver con su familia de leones.

Una mañana, Leoncito bebía agua en el río, cuando unos leones se acercaron a él. Jirafa los observaba desde lo alto y escuchó cuando los leones conversaban con Leoncito y le contaban lo preocupados que estaban sus padres. Ellos podían ayudarlo a recuperar a su familia.

Había llegado el momento de partir.

Jirafa vio cómo se alejaba Leoncito para siempre, pero, aunque lo iba a extrañar, estaba feliz porque él había encontrado a su familia.

 

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